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Platos de gres con barniz de ceniza


 

El propósito original de estos platos era acompañar a nuestras queridas escudelles, pero nos gustan tanto que creemos que merecen también su propio espacio como vajilla individual.

Joan Pere, el ceramista mallorquín que fabrica estas pequeñas obras de arte cotidiano, utiliza gres y una mayor cantidad chamota de lo habitual (gres ya cocido y molido). “Esta mezcla evita que sean demasiado frágiles y así puedes disfrutarlos todos los días”.

Su barniz es también totalmente artesanal, elaborado con ceniza obtenida de pino local. Las motas de la ceniza impregnan todo el diseño como si fueran pequeñas floraciones y, si tienes suerte, quizás descubras algún punto esporádico de azul cobalto, que quiso colarse durante las 36 horas que se prolonga la cocción.

No los guardes para las grandes ocasiones. Celebra cada día con ellos porque puedes meterlos en el lavavajillas con total tranquilidad. Tan solo evita el microondas.

MEDIDAS

24 cm. de diámetro aproximadamente

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Joan Pere heredó de su madre el oficio de ceramista. Inspirado por la filosofía japonesa, decidió darle un cariz más artístico a su trabajo sin dejar de hacer cerámica utilitaria. “No creo que haya que hacer objetos de exposición para considerarlo arte. El arte puede estar en nuestros objetos cotidianos”.

Cuando llegó a la Escuela de Cerámica de Mallorca quedó fascinado por el fuego y vendió sus vinilos para comprar ladrillos y construir un Anagama, un horno japonés en el que la llama golpea directamente la pieza.

Le gusta trabajar con un torno de pie. Al tener que coordinar manos y pies, las piezas tienen ciertas deformaciones y esto le parece “más humano”. Huye de la perfección y la simetría.

Para la cocción utiliza hasta una tonelada y media de madera de pino, abundante en Mallorca, y por su carácter resinoso, una de las mejores para la combustión. Cada una cocción se alarga entre 20 y 24 horas y alcanza temperaturas de entre 1.260 y 1.300 grados centígrados.

Del horno salen entre 80 y 100 piezas. Realizadas inicialmente con una pasta blanca de gres y chamota, estas toman tonos ocres y marrones irregulares. Al ser una cocción tan larga, la ceniza se funde y volatiliza, esmaltando las piezas e impermeabilizándolas. A veces, Joan Pere las distribuye tumbadas o incluye elementos como conchas marinas, que consiguen acabados aleatorios e inesperados. “Busco el accidente porque me cuenta cosas diferentes en cada pieza”.

 

A Joan Pere le gusta pensar que sus piezas permiten disfrutar de esos placeres cotidianos que nos hacen más felices. “Hace unos meses una pareja joven compró dos de mis boles para desayunar. Costaban 50€ cada uno. Cuando vinieron a recogerlos, comprobé que llevaban un coche en muy mal estado. Entonces fui consciente del esfuerzo que suponía para ellos comprarlos. Pero ellos querían celebrar así cada desayuno juntos. Y eso me emocionó”.

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